Después terminar el proyecto para el Boho Hotel en Denia, uno de sus clientes contactó con nosotros para visitar una propiedad que quería comprar en Jávea. Le había gustado la calidez de los espacios del hotel, su materialidad. Visitamos juntos la edificación, situada en una propiedad con unas magníficas vistas a la bahía de Jávea. El edificio era una construcción anodina de los años 90, planeada sin mucho criterio, con un sistema estructural de pórticos de hormigón con pilares circulares, un híbrido sin lógica entre lo que debería ser una casa tradicional construida con los paradigmas constructivos de la más elemental construcción industrial, carpinterías de pvc incluidas y el deseo de ser una villa poderosa.
Sin embargo, la parcela, en gran pendiente, había obligado a desarrollar la edificación en varias plantas, dando lugar a grandes posibilidades aún por descubrir. Nuestra primera impresión fue rotunda; descubrimos inmediatamente las posibilidades que tenía el edificio, pero las acciones a acometer implicaban un incremento del presupuesto originalmente estimado por la propiedad. Como las ideas libremente expuestas captaron su emoción, decidió encargarnos un anteproyecto para evaluar las consecuencias y el alcance del trabajo.
Dos semanas después nos reunimos con los planos de la propuesta y una maqueta que representaba la transformación. Una operación quirúrgica en la que, sin modificar elementos estructurales, el programa de necesidades planteado por la propiedad se desplegaba por las plantas que descendían de cota por la parcela. El acceso desde la calle Penaguila se convertía en un paseo por un jardín en lugar de una rampa desértica de hormigón escueto. El vestíbulo integraba jardín exterior y vivienda, dando paso a un salón abierto a las vistas donde espacios de estar y cocina se concatenan, siempre conectados al exterior, poblado de pequeñas estancias con carácter propio, asociadas siempre al jardín y a las vistas posibles.
Cada habitación tendría un baño y vestidor en suite y aprovechando su situación en la planta, se abrieron huecos específicos en fachada para conectarlas con el jardín exterior, dando a cada habitación un carácter propio.
Una paleta de materiales reducida, pero cálida, permitió controlar el presupuesto y transformar el cuerpo del edificio en una construcción asociada con el paisaje. Integrando los pilares redondos de hormigón en los espesores de los muros, la edificación adquiere otra escala. Abriendo huecos con precisión para relacionar interior y exterior y la utilización un pavimento continuo de hormigón blanco se refuerza la continuidad entre espacios interiores y exteriores. La piscina queda integrada en esta paleta de colores convirtiéndose en un elemento del paisaje, sujeto en su coloración a las variaciones del clima.
El uso de la madera en las carpinterías y elementos constructivos especiales como la escalera y de revestimientos de piedra tradicional en puntos estratégicos de la vivienda, así como el cuidado en desarrollar el jardín en asociación con los usos interiores nos permitió transformar la edificación en algo personalmente asociado a los gustos del propietario e integrarlo en el paisaje.